
La casa Huarte, proyectada por los arquitectos José Antonio Corrales y Ramon Vázquez Molezún fue construida entre 1966 y 1967 para su propietario Jesús Huarte.
Estos dos arquitectos comparten muchas de sus grandes obras, así como El Pabellón de España en la Exposición General de Bruselas (1956), la casa del escritor Camilo José Cela (1961) en Mallorca o El Edificio Bankunion (1993), sede de la Embajada de Irlanda en Madrid.
Comenzaron a trabajar juntos tras finalizar la formación en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, en una época en la que existía una escasez de profesionales y grandes oportunidades para los arquitectos.
En el mundo occidental y particularmente en Europa, nos encontramos en una época de expansión tras la segunda guerra mundial, los llamados gloriosos 30 (1945/1975), los cuales supusieron una reconstrucción económica total y una expansión económico-social sin precedentes.
Por otro lado, La España franquista que apuesta por el capitalismo de mercado del mundo occidental, por sus valores y comportamientos, y que busca integrarse en la Comunidad Europea, no tiene más remedio que abrir sus puertas e intentar transformarse mediante los principios y usos europeos.
De esta nueva expansión social, en España se destaca el minimalismo que se caracteriza por las líneas curvas, visuales frías y una estética limpia, algo que parece abstraerse de movimientos occidentales como el Brutalismo, Racionalismo o Funcionalismo que tanto impacto estaba causando en países como Brasil, Reino Unido o Alemania.
En la entrevista que se realizó para el libro José Antonio Corrales premio nacional de arquitectura 2001, Corrales se define a él y a su compañero como “heterodoxos” desvinculando sus obras de cualquier influencia contemporánea a estas, no obstante, Molezún recibe mucha inspiración de la gran exposición en Italia donde descubre a personajes como Oiza, Romany o Wright, de donde podemos intuir la esencia funcionalista que gira alrededor de muchas de sus obras.
“Despreocupadas y nuevas fundadas en la construcción, que a veces también fueron consideradas heterodoxas”. Corrales sobre sus primeras obras. (2003)
La familia Huarte, en concreto Juan Huarte fue propietario de una de las mayores empresas constructoras de su época, financió muchas de las obras arquitectónicas más importantes de Madrid alrededor de los años 60-70. Este factor influye en la casa de forma directa, convirtiéndose en una de las obras con mayor atención al detalle.
Es probable que en la construcción de esta vivienda se vieran involucrados los mejores equipos carpinteros y herreros, pudiéndose apreciar un dialogo directo entre proyectista y artesano.
J. Antonio Corrales y Ramon Vázquez Molezún proyectan la casa Huarte adoptando muchas soluciones que se pueden identificar en obras coetáneas. La creación de nuevas revistas de arquitectura, el inicio de la globalización social que permeaba en España, como hemos comentado anteriormente, propiciaron la búsqueda e inspiración en los elementos innovadores que se presentaban en obras de arquitectos como Frank Lloyd Wright, Francisco Javier Sáenz de Oiza, José Luis Sert o Alvar Alto.
En primer lugar, podemos destacar es la casa de José Luis Sert, una obra realizada a final de los años 50, la cual señala desde un punto de vista compositivo, el precedente más significativo en relación con la obra de estos dos arquitectos. Lo vemos en la forma en la que estructura los patios.
Por otro lado, en la casa Muñoz, de Fernando Higueras, detectamos una violenta utilización de los aleros de los que Corrales y Molezún, salvo en el patio de acceso prescinden completamente.
Apelando al aspecto identitario de la vivienda, sus cubiertas inclinadas, se plantea una comparativa en paralelo a la casa Boomer de Wright, la cual, a través de las ligeras transformaciones formales que sufren las cubiertas, pierde la absoluta formalidad que por otro lado la casa Huarte, mediante sus tres familias de planos inclinados a quince grados, se define de forma más sosegada, más impregnada de todo el residuo racionalista.
A lo que la ubicación de la vivienda respecta, esta acompaña la huida de Huarte del centro madrileño para instaurarse en los alrededores, a la búsqueda de un lugar más pacífico, como resultó parecer Puerta del Hierro, a 20 minutos del centro de la capital.
Irónicamente, la parcela 503, entre las calles Isla de Oza y Turégano, disfruta de un servicio de transporte público y un tráfico considerable, obligando a plantear la vivienda de una forma más introvertida y tímida.
Si bien las características iniciales de la parcela eran convencionales, sencillas y sin una palpable problemática, Corrales y Molezún abarcan los comienzos de la proyección con un juego de taludes en la parcela, una forma de resguardarse del viario más concurrido, de tal modo que consiguen mitigar la cuestión del aislamiento visual y ciertamente acústico. No solo el linde, una construcción mural y casi impenetrable, se inserta en la vivienda como una extensión de esta, sino que el factor vegetal parece evocar de la necesidad de sensibilizar o tornar algo endeble la rígida tectónica de ladrillo macizo y los volúmenes abruptos, amenazantes inclusive.
El acceso se plantea a través de la calle Turégano, un afluente casi de la vía principal que conecta las viviendas con la red primaria, tamizando inicialmente la vivienda y el acceso a ella. Esto lleva a considerar un movimiento paralelo a la calle principal, es decir, en la longitudinalidad de la parcela, generando dos ‘cedazos’: uno interior de la vivienda a través de patios y carpinterías, y otro exterior con los taludes y zonas de servicio, así como el mero acceso.
El comienzo del conjunto, la extensión del acceso, zonifica las estancias comunes de carácter más público, no solo de manera intuitiva y contundente, sino con un fin de negocios, de relaciones externas, casi un ágora, donde Huarte, cuya familia había estado moviéndose en el mundo del diseño de mobiliario y la construcción, pudiera llevar clientes a la vivienda, sin que pasaran o vieran los ambientes de carácter más privados, iniciando así un tamiz global con un primer patio de índole más social, protagonizado por la acentuación de los taludes, de donde nacen esculturas de Oteiza y vegetación variada que parece invadir los paramentos.
Las propias carpinterías limitan y tamizan el interior hacia un espacio más polivalente tras el acceso, dotando a aquellas con esta función de un color blanquecino, el cual resulta casi una declaración de intenciones sobre los ambientes a atravesar. Surge de este movimiento un espacio considerado el estar para sus tres hijas y dos hijos, adosado a una zona de servicio con tocadores y aseos, y que desemboca en su patio propio una piscina, que adquiere la mitad del espacio del conjunto exterior. Finalmente, el paquete de noche se aleja del ruido y las visitas aproximándose al linde con la otra parcela, más alejado de las vías principales y con un patio interno con un núcleo de relaciones completamente privada, llegando así a un pasillo del que emergen las distintas habitaciones tras las carpinterías móviles, empezando la zonificación por la habitación de los padres, continuada por los cuartos de los niños, que se articulan a partir de la continuación del pasillo, alimentándose de sendos patios.
La segunda planta abraza el descanso bajo un plano inclinado que alberga una biblioteca, estudios y el piano que José Huarte tocaba en sus ratos libres.
De esta forma, los patios se abren al meridiano del día, y a través de las referencias rítmicas y de desplazamiento, incitan a la aventura del encuentro, dando un patrón de tres patios y dos volúmenes transversales que puede repetirse de manera infinita, encontrándose nunca.
La propia volumetría del conjunto es monumental y escultórica, elevando sobre una delicada franja vidriada una tectónica masa uniforme, no siendo baladí en esto las amplias cubiertas inclinadas, de carácter violento pero poético en el conjunto.
La construcción de la casa para Jesús Huarte comenzada en el año 1966 y terminada en el 1967 finaliza con una excelencia práctica tal que eleva la post-proyección de la obra casi a un nivel paradigmático. Como antes citado “la familia Huarte, en concreto Juan Huarte fue propietario de una de las mayores empresas constructoras de su época, financió muchas de las obras arquitectónicas más importantes de Madrid alrededor de los años 60-70. Este factor influye en la casa de forma directa, convirtiéndose en una de las obras con mayor atención al detalle. Es probable que en la construcción de esta vivienda se vieran involucrados los mejores equipos carpinteros y herreros, pudiéndose apreciar un diálogo directo entre proyectista y artesano.”
Este detalle, atención y esmero en los elementos de pequeña escala se dejan ver desde el estadio proyectivo de la obra de los arquitectos, pues planos y dibujos como secciones de las carpinterías, despieces de la cubierta y la construcción formal a través de una galería de instalaciones que urde todos los elementos individuales, denotan un pensamiento de una construcción total.
Las carpinterías están diseñadas y proyectadas como si de estructura portante se tratara, esto se intuye en la manera en que los grandes vanos de puertas correderas o vidrios deslizantes triples no están embebidos bajo un dintel, sino que el paramento vertical descuelga de la estructura del forjado. Se utilizan en sendos casos, estructura y carpinterías, perfiles metálicos, estos primeros coronados con un forjado de hormigón.
La construcción de la obra hace alarde tecnológico en la época, incorporando el sistema de galería central de instalaciones, brindando a la casa todo tipo de elementos de confort, suelo radiante, sistema de aspiración central, Vacu-Maid de empresa francesa, y desagües centralizados tanto interior como exterior. Tectónicamente son pioneros en el uso de las placas de cartón yeso, hoy día conocidas y comercializadas bajo el nombre de pladur, un elemento de un uso no común en la época.
En el apartado visual la construcción está cuidada con una estricta gama de materiales constructivos de alta calidad como son los elementos cerámicos de pavimentos y cubiertas, con tejas planas de color malva y gres de color tabaco. Junto a estos elementos cerámicos se cierra esta gama cromática con las carpinterías de cedro rojo visto al exterior. Logrando una gran imagen de unidad de tonos ocres en los que los únicos elementos disruptivos son persianas de aluminio blanco brillante y remates en chapa galvanizada pintada de blanco.
Bibliografía
Sanchez Lampreave, Ricardo. Corrales: José Antonio. Premio Nacional de Arquitectura 2001. Ministerio de Vivienda. 2007.
Corrales Guitierrez, Jose Antonio. Jose Antonio Corrales, Obra Construida. T SEIS. 2000.
Pozo Municio, José Manuel. Los Brillantes 50. T6 Ediciones. 2004
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Corrales Guitierrez, José Antonio. Un chalet en Puerta del Hierro, Madrid. Nueva Forma 20 (1967)
Fullaonda, Juan Daniel. Corrales y Molezún: En torno a la casa patio. Nueva Forma 20 (1967)
Fullaonda, Juan Daniel. Corrales y Molezún: Angostísimo arquitectónico. Nueva Forma 20 (1967)
Corrales Gutiérrez, José Antonio, and Ramón Molezún. Corrales y Molezún: medalla de oro de la arquitectura 1992. Madrid: Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España. 1993.